miércoles, 22 de abril de 2020

Semana de los libros... en casa (II)

Llega el Día internacional del Libro (23 de abril) y, como este año 2020 toca celebrarlo en casita, os traigo varias sugerencias de actividades de juegos y lectura, relacionadas con los libros (para realizar solos o en familia) en esta "Semana de los libros... en casa". Cada cual puede escoger las que prefiera hacer según sus gustos, su edad o su interés.

POEMA - CANCIÓN:


"Me lo paso pipa" de Carmen Gil:

Leer me gusta un montón, 
más que a un gato un cascabel. 
Un libro es chachimolón. 
¡Lo paso bomba con él!
 
Este libro es estupendo.
¡Me lo estoy pasando pipa! 
Me río tanto leyendo, 
que me duele hasta la tripa.

Estribillo
Si el libro es de miedo, ¡ay!, 
a mi compi yo me achucho 
y nos lo pasamos guay. 
¡El libro nos gusta mucho!

Estribillo

Con un libro de aventura
es segura la emoción.
¡Cuánto engancha su lectura!
Pone a cien el corazón.

Estribillo

Si es un libro de poemas, 
al leer qué bien me encuentro. 
Se me olvidan los problemas. 
¡Hace cosquillas por dentro!

Estribillo

Y, si quieres aprender la canción... Pincha aquí (o en las palabras destacadas en azul)
En su web "Poemitas", la escritora Carmen Gil nos regala un audio con esta versión del poema cantado por ella misma.

TRABALENGUAS: Para leer o decir rápido y sin equivocarte. ¿Lo intentas?


Teresa trajo tizas.
¿Y cómo trajo las tizas?
¡Hechas trizas las tizas trajo!

************************************
 ¿Cuánto pico con el pico?
Poco a poco, Paco Peco; 
pica poco con el pico.

(Del libro "150 Juegos de inteligencia para divertirte y aprender", Àngels Navarro, editado por Perspectiva editorial cultural y Círculo de Lectores)


JUEGO: Las vocales desaparecidas: (Recordando a Rodari... en su centenario)

Estos son los títulos de algunos libros de Gianni Rodari, pero... en todos ellos las vocales han desaparecido. ¿Podrías completar las vocales que faltan y descubrirlos? 
Para que sea más fácil los encontrarás entre las portadas de sus libros en las imágenes que hay debajo.

1) C_ _ NT_S    _ L    R_V_S

2) L_S    TR_SP_ _S    D_    _L_C_ _    P_F

3) _L    H_MBR_C_LL_    D_    L_    LL_V_ _

4) C_ _NT_S    P_R_    J_G_R

5) _L    R_T_N    Q_ _    C_M_ _    G_T_S

6) C_ _NT_S    P_R    T_L_F_N_
 

El hombrecillo de la lluvia    Confundiendo historias    El ratón que comía gatos     Retahílas de cielo y tierra

Cuentos por teléfono    Las mejores historias y rimas de Gianni Rodari para los más pequeños    Cuentos escritos a máquina     Los traspiés de Alicia Paf

Una escuela tan grande como el mundo    Cuentos para jugar    AVENTURAS DE TONINO EL INVISIBLE        Cuentos al revés   


CUENTO: "La enfermedad de Tino" (Recordando a Rodari... en su centenario)


"La enfermedad de Tino" es uno de los cuentos de Gianni Rodari que forma parte de "Cuentos para jugar", uno de mis libros preferidos. 
En cada cuento el autor propone a los lectores tres finales diferentes para que elijan el que más les guste, aunque al final del libro incluye los finales del autor razonando por qué elige cada uno.

¿Sabéis qué le ocurría a Tino? 
¿Queréis que os lo cuente? 
Pues... tenéis varias opciones:
 - leerlo vosotros mismos o que os lo lea en voz alta un familiar adulto,
- hacer una lectura dramatizada entre varios interpretando cada uno un personaje (narrador/a, madre, padre, médico),
- escuchar el cuento leído por mí en el video que inserto a continuación, pincha en el vídeo o aquí)



"La enfermedad de Tino" de Gianni Rodari:

Érase una vez un contable. Se llamaba el contable Bianchi y trabajaba en un banco. Estaba casado con la señora Rosa y tenían un niño de pocos meses. Un precioso niño de ojos avispados e inteligentes. Con su buena mata de pelo negro. Lo que se dice un niño guapo.

Se llamaba Giovanni Batista, pero como un nombre así resultaba demasiado largo para un niño todavía tan pequeño, sus padres le llamaban Tino. Tras el primer cumpleaños vino el segundo. Pero antes de que llegase el tercero, Tino manifestó los primeros síntomas, los primeros indicios de una enfermedad un tanto insólita. 

Un día, al volver de la compra, la señora Rosa lo vio acuclillado sobre una alfombra jugando melancólicamente con un caballo de goma. De repente, a la señora Rosa se le encogió el corazón... Tino... eso era; Tino le parecía tan pequeño, francamente más pequeño de como le había dejado cuando salió... Corrió hacia él, lo alzó en brazos, llamándolo por su nombre, acariciándolo... Menos mal, se había equivocado: Tino era el mismo de siempre. No había cambiado el peso, ni la estatura, ni tampoco la vivacidad con la que volvía a jugar con el caballo de goma, golpeándolo enérgicamente contra el suelo.

Otro día el contable Bianchi y la señora Rosa dejaron solo a Tino en el cuarto de estar durante un momento. Cuando volvieron, lanzaron un grito al unísono. 
—¡Tino! —¡Tino! 
El niño levantó los ojos, sonrió... La señora Rosa lanzó un suspiro de alivio: 
—Cielo santo, qué susto... 
—A quién se lo vas a decir. 
—De repente me pareció, no sé... como si estuviera más delgado, más pequeño... 
—Por un momento, lo vi tan pequeño como un muñequito. 
—¿Qué nos habrá pasado? 
—Es extraño que los dos... 
—Sabes, a mí me pasó otra vez; volví del mercado y lo vi allí, en aquel rinconcito, tan pequeño, tan chiquitín, tan chiquitín... 
Aquel día el contable Bianchi y la señora Rosa se tranquilizaron. Pero más adelante volvió a repetirse lo mismo, y otra vez más. Entonces, como es lógico, decidieron llevarle al médico. El médico reconoció a Tino, lo midió, lo pesó, le hizo decir treinta y tres, le ordenó toser, le miró la garganta con una cuchara, y concluyó: 
—Me parece un niño estupendo. Sano, fuerte. Todo bien. 
—Pero entonces, doctor... 
—Entonces, entonces... Vamos a hacer una prueba. Saldremos los tres, dejándolo solo un momento y vamos a ver qué pasa. 
Salieron del despacho y se quedaron escuchando detrás de la puerta. Ni un ruido. Tino no lloraba, no se movía, no daba señales de seguir allí dentro. Cuando volvieron a entrar, vieron los tres lo mismo: vieron que Tino se había hecho pequeño, pero pequeño pequeñísimo... Aunque sólo por unos instantes. En cuanto vio al papá y a la mamá y al médico volvió a ser el que era: un hermoso chiquillo, sano y fuerte, incluso bastante alto para su edad. El doctor dijo:
 —Ya entiendo, ya entiendo. No es exactamente una enfermedad, pero es una cosa rarísima. Solamente sucedió una vez, hace cien años, en América... 
—¿Y de qué se trata? —preguntó el contable Bianchi. 
—¿Es grave? —apremió la señora Rosa. 
—Grave no, no diría eso. Es una cosa así... —murmuró el doctor. 
—Una cosa ¿cómo? 
—Díganoslo, doctor, no nos deje con esta preocupación... 
—Calma, calma, señores —dijo el médico—. No hay motivo para alarmarse. Este niño lo que necesita es no quedarse nunca solo. Cuando se queda solo, empequeñece. Esto es todo. Necesita compañía, ¿entienden? 
—Pero nosotros nunca lo dejamos solo. 
—Al menos, casi nunca... 
—Entiendo, entiendo. Pero no se trata de esto. El niño necesita estar con otros niños de su edad, ¿comprenden? Un hermanito, amigos. Mandarlo al colegio, buscarle compañeros de juego, ¿entienden? 
—Sí, doctor. 
—Gracias, doctor. ¿Y siempre será así? 
—¿Qué quiere decir, señora? 
—Quiero decir: ¿incluso cuando crezca tendrá que estar siempre con alguien para no hacerse pequeño pequeño? 
—Eso se verá —dijo el médico elevando los brazos al cielo—. Pero aunque fuera así, ¿sería una desgracia? 
El contable Bianchi y la señora Rosa se llevaron a casa al pequeño Tino: bueno, como ya he dicho, no tan pequeño, y se preocuparon por él aún más que antes. Tino tuvo un hermanito, fue al colegio, crecía bien en todos los sentidos, o sea que se hacía alto, inteligente y activo... Verdaderamente era un chico estupendo y todos lo querían: no iniciaba una riña, era él el que ponía paz entre los contendientes. Luego se hizo un mozalbete, fue a la Universidad... 
Una vez, cuando ya tenía veinte años, estaba estudiando en su habitación. Esa vez estaba totalmente solo, aunque de costumbre venía algún amigo a estudiar con él... 
El contable Bianchi y la señora Rosa tuvieron el mismo pensamiento.
—¿Vamos a ver? 
—No sé. Ya han pasado tantos años... 
—Vamos, anda... quiero saber si todavía... Y de puntillas, uno detrás de otro, miraron por el agujero de la cerradura... 

PRIMER FINAL 

...Después de mirar, el matrimonio Bianchi se echó los brazos al cuello y estalló en llanto. —¡Pobre Tino! 
—¡Pobre hijo nuestro! 
—No se ha curado, no se curará nunca... 
Tino, de golpe, había vuelto a hacerse pequeño como un niño de tres o cuatro años. Seguía teniendo su cara de jovencito, los pantalones largos y el jersey verde, pero tenía la estatura de un enano. 
—Es inútil —suspiró el contable Bianchi—, no se lo puede dejar solo ni un minuto. 
—Es inútil —sollozó la señora Rosa—, quizá ha sido culpa nuestra: no le hemos dado suficientes vitaminas. 
—¿Qué hacemos? —preguntaron al médico, por teléfono, para recibir antes la contestación. 
—Vamos, vamos, no se desesperen —contestó el doctor—, hay una solución. Que se case con una buena chica, tendrá hijos que no lo dejarán en paz ni un minuto y ya no correrá peligro. 
—Pues es verdad —exclamó muy contento el contable Bianchi. 
—Pues claro —se alegró la señora Rosa—, ¡se nos podía haber ocurrido a nosotros!
 
SEGUNDO FINAL

...Después de mirar, el matrimonio Bianchi se abrazó y lloró de alegría. 
—¡Qué bien! 
—¡Qué maravilla! 
—Se ha quedado igual. 
—¡Ha curado del todo! 
Y en realidad Tino no había menguado ni siquiera un centímetro, ni tan sólo un milímetro, y continuaba estudiando tranquilamente, sin sospechar ni remotamente el drama protagonizado por sus padres al otro lado de la puerta. Tenía tantos amigos, tantos hilos que le unían a la vida, tantos proyectos y esperanzas y tantas ganas de trabajar: todas estas cosas uno las lleva consigo cuando está solo. Por eso, verdaderamente solo no está nunca.

TERCER FINAL 

...Después de mirar por turno por el agujero de la cerradura, el contable Bianchi y la señora Rosa se quedaron con los ojos desorbitados, sin palabras, durante sesenta segundos. —Esto si que... 
—Quién iba a imaginarse que... 
—Rosa, por favor, hazme un café bien fuerte, te lo ruego. 
—Sí, sí, yo también lo necesito. Una cosa así... 
—Es algo nunca visto... 
¿Pero qué es lo que habían visto? Habían visto a su Tino hacerse el doble de alto de su estatura normal: tenía que encorvarse un poco para no dar con la cabeza contra el techo, tenía las piernas y los brazos largos como las patas de una jirafa. Pero no parecía darse cuenta y continuaba estudiando y tomando apuntes con un lápiz que, en su inmensa mano, parecía un palillo de dientes. 
—Ahora tiene la enfermedad opuesta —suspiró el contable Bianchi, soplando el café hirviendo. 
—Es un auténtico fenómeno —decidió la señora Rosa. 

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¿Qué te ha parecido el cuento? ¿Qué final de los tres propuestos elegirías tú? ¿por qué?
Gianni Rodari | Citas de escritor, Citas literarias, La escritura ... 


CREATIVIDAD: Acróstico de Libro 
¿Sabes qué es un acróstico? Creo que muchos sí lo sabréis e incluso ya habréis realizado alguno. Os propongo hacer un acróstico con la palabra "LIBRO". ¿Quién se apunta?

Un acróstico es una composición, en verso o en prosa, en el cual ciertas letras de cada verso o frase, leídas en forma vertical, forman una palabra o mensaje. Aquí puedes ver algunos ejemplos.

Se trata de escribir en vertical la palabra (en este caso, LIBRO) e ir luego rellenando (en el orden que quieras) las líneas o versos de forma que tenga cierto sentido en su conjunto. Puedes hacerlo en un cuaderno, en un folio, en cartulina... Sé creativo en tus ideas y vocabulario y cuida la ortografía y presentación.

Yo ya he escrito el mío... Pero no lo publico aun para no influir y que compongáis el vuestro con total libertad. ¡Adelante!

         
¡Disfrutad de las lecturas, juegos, canciones, dibujos...  
y de momentos felices en compañía de algún libro!

2 comentarios:

  1. Del cuento "La enfermedad de Tino" yo me quedo con el segundo final, porque aunque físicamente en algunas ocasiones estemos solos, no lo estamos realmente porque tenemos a nuestros amigos y a nuestra familia que nos acompañan siempre.

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  2. Mari Ángeles, me parece una elección muy acertada. Personalmente, también prefiero el segundo final de los tres propuestos por Rodari para este cuento. Estoy de acuerdo con él (y contigo) en que no estamos solos cuando tenemos relaciones de afecto de familiares y amigos que nos acompañan aunque no estén físicamente a nuestro lado.

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